Según los datos oficiales son ya ocho las personas presas muertas como consecuencia del coronavirus. La última víctima ha sido Mikel I. F., preso en Zaballa que se contagió por covid-19 en marzo pasado en el hospital de Txagorritxu, ha fallecido en un centro de paliativos de Osakidetza. Fue el primer prisionero que dio positivo en el Estado español. Desde Salhaketa queremos denunciar el incremento de las muertes en prisión por motivos no naturales y relacionadas con el coronavirus en medio del hermetismo y ocultamiento sistemático de las mismas.La suspensión de las comunicaciones con familiares y amistades.

La consideración como grupo de riesgo a vacunar prioritariamente al funcionariado penitenciario y no tanto a las personas presas. La situación en muchos reclusorios, y departamentos carcelarios, de masificación, hacinamiento, humedad, suciedad, celdas pequeñas compartidas y, en general, las condiciones de vida infrahumanas que facilitan la transmisión del coronavirus… son el pan nuestro de cada día en las cárceles vascas y españolas.

Además, se dan con mayor intensidad en determinadas penitencierias y departamentos, como enfermerías, aislamiento o módulos de mujeres.

Todas estas cuestiones son la expresión del abandono y ensañamiento con el que la administración vasca y española tratan a las personas presas.

El servicio de salud vasco, y del resto de autonomías, podrían haber llevado la iniciativa ya.

Hubiera sido fácil haber posibilitado vacunarse a la población encarcelada en las prisiones vascas que tan solo son algo más de mil personas, para evitar la transmisión y facilitar su inmunización y sobre, todo haber facilitasdo la excarcelación y la aplicación de medidas no privativas de libertad para evitar el riesgo de transmisión en medio cerrado. Pero no lo están haciendo con la urgencia y emergencia necesaria.